¿POR QUÉ
REBELIÓN Y NO REVOLUCIÓN?
Por la forma
misma del movimiento que surgió espontáneamente ante tanto abuso, tanta
explotación y vejámenes del cual era objeto el campesino, no solo como
consecuencia de la guerra con Chile, sino desde que el Perú perdió su autonomía
y fue objeto de la invasión española; a ello responde esa inclinación al
“milenarismo mesiánico”, entendiéndose que el carácter esencial del milenarismo
-Según Eric Hobsbawn- es: “la esperanza de un cambio completo y radical del
mundo que se reflejará en el milenio; un mundo limpio de toda sus deficiencias
presentes...”, mientras que en los pueblos coloniales el milenarismo es “el
grito de libertad y de salvación” que denuncia las contradicciones de los
hombres oprimidos. Es la reacción de una
cultura que ha entrado en crisis por el sometimiento foráneo. es la afirmación
de una conciencia nacional !e apogeo a su identidad cultural y de
revitalizaci6n del pasado. El
milenarismo adquiere carácter mesiánico cuando el líder es considerado como
"el elegido", "el salvador”; acogiéndonos más a nuestra realidad
de los acontecimientos de 1885 en Ancash, se puede afirmar que despertó en los
campesinos el aletargado anhelo cobijado bajo la denominación de Inkarri, es
decir el retorno al pasado incaico; ideas que de alguna manera se apoderan de
la pequeña burguesía intelectual encontrando su representante en el periodista
Luis Felipe Montestruque quien en pleno movimiento publicó el periódico “El Sol
de los Incas", donde planteaba el retorno al Tahuantinsuyo y fue quien de
alguna manera le dio orientación ideológica a la insurrección; ofrendando su
propia existencia en la batalla de Yungay.
La búsqueda de la reivindicación a las aspiraciones indígenas encontró en Pedro Pablo Atusparia a su más conspicuo representante; pero su temperamento pasivo, conciliador y fundamentalmente religioso no le permitieron continuar con la jornada emprendida, llegando a deponer las armas –en Huaraz- después de su derrota en Yungay; asumiendo la conducción su lugar teniente, quien le dio un sentido guerrillero aliando la fuerza minero-campesina. Junto a Atusparia se acogieron al arreglo de paz los caudillos pequeños burgueses que habían enarbolado la dirección del movimiento, como Justo Solís, Luciano Shuan, Mariano Valentín, entre otros gozando desde ese instante de las garantías del prefecto iglesista Iraola.
La rebeíón campesina de 18885 en Ancash
Pgs. 61,62,63.
Justo L. rodríguez Alvarez - Richard V. Rodriguez Alvarez
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